Sonrisas brillantes que me hacen levitar




Ya ha pasado semana y media. Todo es maravilloso. Todo es genial. Soy feliz, hiper feliz.

Una vez más, la primera impresión no reveló la realidad. Dicen que muchas veces esas primeras impresiones son erróneas; y esta vez lo fue.

Todo ha cambiado mucho sí, y muy rápido también, pero ¿cómo voy a pretender que no cambie si yo soy el primero que trabajo duro por la mejora de este lugar? Me sentía nostálgico supongo. Cuando un determinado tiempo y espacio nos marcan de por vida y más tarde tenemos que abandonar ese lugar sin saber si regresaremos, tendemos a congelar el momento en nuestro recuerdo. Han pasado ya 2 años y yo supongo que tendría esa imagen congelada. Cuando llegué y encontré más de las 7 diferencias, me colapsé….

Esta fundación avanza a pasos de gigante y estoy muy agradecido a toda la gente que lo hace posible. El número de clases crece, el número de alumnos aumenta, las notas cada vez son mejores y nosotros no paramos de soñar en forma de proyectos. Pero, lo más importante, se mantiene esa sonrisa y esa humildad en cada uno de estos maravillosos niños.

Y es que aquí todo es genial. Y gran parte, si no toda, de esa genialidad viene de los niños; de sus sonrisas, sus sonrisas brillantes. Y es que de verdad que son brillantes. No solo porque sean las sonrisas más bonitas, sinceras, humildes y reales que haya visto jamás; sino porque de noche, brillan literalmente. Aquí por las noches nuestra luz es la luna, y negro noche con negro piel….no se les ve. Sin embargo, cuando caminas vas viendo sonrisas enormes y maravillosas que brillan en la oscuridad… y es eso precisamente lo que me hace diferenciarlos por la noche. Y es que cada uno tiene su tesoro único e irrepetible. 

Pero no solo son brillantes, también son mágicas. Esas sonrisas hacen que nada sea lo suficientemente grave para preocuparte, hacen que todos tus problemas se esfumen y hacen que salga tu mejor persona con el objetivo de verlas cada vez un poquito más. Y es que es una droga dura, que no solo te hace levitar, sino que crea muchísima adicción. Adicción a ser feliz, adicción a no tener preocupaciones ni problemas, adicción, en definitiva, a ser tu mejor “yo”.

Y es que, jolin, es maravilloso. Todo lo aprecian infinito. Cada tontería (o al menos como lo denominamos allí), aquí es un regalo gigante: un globo, un trozo de hilo, un sugus, una foto, unas cartas… T.O.D.O.

Por las tardes, después de comer, tenemos el momento de juegos. Este año traje globos. Ni os imagináis como nos lo pasamos ese día. Poner a cada niño un globo en cada pie y jugar a explotar los otros sin que te exploten los tuyos…fue increíble. Sonrisas brillantes para toda la semana aseguradas. 

Otro día compramos hilos y les enseñamos a hacer pulseras. Chicos y chicas por igual se pasaron (y aun se pasan) horas y horas haciéndolas y deshaciéndolas hasta que el hilo no da más de sí…. Algunos incluso innovan y les salen cosas maravillosas. Al final son ellos quienes acaban enseñándonos a nosotros. Son listísimos, diamantes en bruto. 

Después de jugar tienen una hora de lo que aquí llaman “trabajos manuales”. Se dividen en grupos y cada uno de ellos tiene una tarea: unos limpian la cocina, otros sacan agua del pozo, otros a golpe de azada quitan las malas hierbas del recinto…siempre ayudándose y con una enorme sonrisa en la cara. Al fin y al cabo, como dicen ellos, es cuidar su casa. Qué lecciones de mentalidad… qué bonito sería tener un poco de esta actitud allí….

Tras los trabajos manuales, a la ducha. De las buenas, de las de cubo con agua y bol para echarte el agua por encima. De las de compartir un cubo de agua y ducharte con la mitad si el de al lado de ti no tiene suficiente. De las auténticas. 

Y después de la ducha, la cena. Y aquí llegamos a otro tema en el que me gustaría parar; la comida. ¿Nunca os ha dicho vuestra madre/abuela la típica frase “¡¡Ayyy si los niños de Africa vieran que malgastas esa comida!!”? Pues os juro que es así. Es absolutamente indescriptible. Aquí en el internado son muy afortunados y comen bastante, pero aun así, a ciertas horas, pasan hambre. Incluso yo a ciertas horas paso hambre… No se malgasta ni un solo grano de arroz. No comemos prácticamente carne ni pescado porque es muy caro. Comemos siempre pasta, arroz, cous cous, y alguna vez, 8 alubias mezcladas con arroz. Desayunos y cenas son generalmente derivados de maíz con arroz (varía el grado de fermentación) en forma de papillotas (en el desayuno) y masas sólidas (en la cena). Casi siempre se acompañan los platos con una salsa y, en la comidas, con un cubito de 5x5x5 cm de carne o pescado que nada tiene que ver con la que comemos allí… (La carne cerca de ser piedra y el pescado…espinas con algo de carne…). Eso sí, admito que hay algunas cosas que están muy ricas. 

Los niños muchas veces se esconden comida en donde pueden y se la llevan para merendar. Otras veces se les ve comiendo a escondidas entre horas la comida que ha sobrado de esas 3 comidas principales. Pero, tristemente, es bastante común la frase “J’ai faim” (“Tengo hambre”).

Pero aun eso, es precioso. Como comparten la comida, como la gestionan, como la disfrutan, como la valoran…es super bonito.

El otro día se fueron los suizos. Y en la despedida, uno de ellos, dijo que si se tenía que quedar con algo positivo de Benin, es con la gente. 

Y es que, otra vez, nos vuelven a dar mil vueltas. Su amabilidad, su saber estar, su cercanía…. Esa gente que no te conoce de nada y que siempre SIEMPRE van a parar de hacer lo que están haciendo, van a regalarte su mejor sonrisa y te van a decir algo como “Buenos días, ¿Cómo estás?”, “¡Bienvenido!” o “¿Cómo has dormido?”. Os aseguro que mucha de esta gente llegará a casa y no tendrá que comer, o tendrá que ir a otro trabajo o estará a kilómetros de distancia de su familia y, sin embargo, te regalan su mejor sonrisa. ¿Cuándo pasa eso en Europa? No que te salude un hombre o mujer amable no, TODA LA GENTE DE LA CALLE. En Europa hay gente que, incluso conociéndose, no se saluda o que achacan el no saludar a estar enfadados porque su madre no ha comprado chocolate en el super o cualquier otra tontería (esta vez de verdad). 

En fin, estoy todo el día como levitando, como drogado de felicidad provocado por esas sonrisas brillantes. Aquí mi cabeza se ordena, se me alinean las neuronas para pensar en mil cosas más que pueden ir cambiándose tanto en estos países como en Europa. Aquí soy feliz, aquí soy otra persona. ¡Cómo echaba de menos este ambiente de felicidad sin necedad del que me enamoré hace dos años! Mi amor por este sitio, por estos viajes, y por esta forma de encaminar mi vida no hace más que crecer sin control. Y me encanta.



Todavía un mes más por delante para exprimir cada milésima de segundo.

Soy F.E.L.I.Z.


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