Carmen: cooperazón.
Ya son unos cuantos años dedicándome a la cooperación, al voluntariado y, innegablemente, se aprende, se aprende mucho. Como de todo supongo, pero como de ninguna otra cosa. Porque este trabajo, guiado por el alma, no se cobra en dinero, se cobra en vida; pero, al mismo tiempo, tampoco es tan fácil como pagarlo con dinero… cuando se paga, se paga muchas veces en dolor, en quebraderos inmundos de cabeza y, en muchas ocasiones, también en lloros. Allá vamos. Eran como las 8 de la noche cuando el carro colectivo que nos traía de la escuela al barrio paró en un costado de la carretera. Pagamos y nos apeamos, emprendiendo la marcha calle abajo hacia nuestras casas. Pero cuando el carro para un poco más arriba y hay que bajar andando, ya asumo que puede que llegue en dos minutos, o en dos horas. Y es que caminar con Pablo por la calle es imprevisible. Tan imprevisible como sorprendente, como mágico, como especial….emocionante y sumamente adictivo. Y cómo no lo voy a encontr...