¿Te vas? ¿Perú? ¿Otra vez?
Después de un año en el que, por circunstancias de salud, no
pude irme de voluntario, vuelvo a partir.
Este año volveré a Perú. Y sí, ya estuve; y sí, repito. En
realidad, cuando empecé a planear el viaje no tenía en mente esto de Perú. De
hecho, la primera opción era Asia. Sin embargo, cuando empezaron a llenarse los
telediarios de brutales imágenes causadas por las inundaciones que azotaron
Perú este invierno, no pude permanecer impasible. Casi sin pensarlo escribí a
la familia que allí me acogió hace ya tres años, mi segunda familia. La verdad
que escribí el mensaje tranquilísimo, pensando que estarían bien; las
inundaciones no habían sido en Lima, que es donde ellos viven, así que no veía
razón para preocuparme. El mensaje de vuelta fue justo lo contrario a lo que
hubiera esperado, la situación era límite. Si bien las riadas no dañaron
físicamente Lima, quedaban anegados miles de campos de cultivo en los
alrededores causando un apabullante aumento en los precios de los alimentos más
básicos como el cereal; muchos postes de electricidad cayeron limitando
notablemente el suministro eléctrico; el agua potable brillaba por su ausencia,
y muchas otras consecuencias que probablemente no pudieron transmitirme debido
al caos, nerviosismo y temor que mostraban en un simple mensaje.
Es ante esta situación, en la que ya de por sí tenía el corazón
en la mano, cuando Rosa y Grego (mi mamá y mi hermano peruanos) me pidieron
que, en caso de estar pensando en hacer algún voluntariado en verano, fuera a
ayudarlos, que cualquier par de manos era más necesario que nunca.
El objetivo sería volver a construir las casas que se
llevaron las riadas; llevar ropa, alimentos y cualquier cosa que fuere
necesaria a esas familias que lo perdieron todo; volver a poner campos de
cultivos en marcha y, en definitiva, cualquier cosa que ayudase a las familias
afectadas a recuperar una vida al menos parecida a la que tenían antes.
Evidentemente, no hubo mucho más que pensar. Todo el resto
de opciones, en un primer momento por delante de Perú, desaparecieron. Admiro
con todas mis fuerzas a toda la gente que allí me cuidó y ayudó a que todas mis
buenas intenciones y ganas de echar una o las dos manos, se multiplicaran
exponencialmente por lo que, aparte de que me muero de ganas de volver a ver a
todos y cada uno de ellos, es lo mínimo que puedo hacer. La cabeza piensa pero,
muchas veces, es el corazón quien manda.
Este año me voy dos meses y medio, de principios de julio a mediados de Septiembre.
“¿No será mucho? ¿Estás seguro?”.
Vuelvo a los voluntariados,
vuelvo a mis viajes y vuelvo a hacer lo que más feliz me hace en el mundo. Cualquiera
estaría seguro de hacer y alargar lo máximo posible eso en lo que uno se siente
más feliz.
Perú, peruan@s, nos vemos en una semana.
Mucha suerte Álvaro. Eres grande
ResponderEliminarÁlvaro que maravilla, espectacular y magnífico, sin palabras. Que ilusión tan bella
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